- Debe de haber hecho su paseo de media hora y sus necesidades previamente a la visita a la clínica; si no ha gastado sus energías y no ha podido desahogarse, vuestro perro estará ansioso y nervioso y encima el veterinario le está molestando, con lo cual nunca estará cómodo en la consulta.
- Las visitas a la clínica deberían hacerse sin motivo sanitario: por ejemplo, vamos a comprar la comida o pasamos por la puerta con nuestro perro y pasamos a saludar; así no asocia el ir al veterinario con manipulaciones desagradables, si no con caricias, premios o juegos.
- A la hora de entrar en el Centro no debemos obligarle, arrastrándolo en contra de su voluntad; deberemos “convencerlo” con algún premio (galletas o su juguete favorito) manteniendo la recompensa dentro del Centro, darle alguna galleta dentro o jugar con él.
- La actitud del propietario siempre debe ser relajada, para no transmitir al perro ni nerviosismo ni inseguridad: si ve que su propietario esta relajado él se relajará. Además no debemos “premiar” las conductas de ansiedad o miedo de nuestra mascota: si está muy nervioso o temblando, no intentar relajarlo con caricias o mimos, esto lo toma como una recompensa y hacemos que se mantenga en esa actitud temerosa. Lo ideal es ignorar esa conducta y dejar que olisquee el centro y que se vaya acercando a las personas y otros animales. Al final se relajará.
- Todo esto requiere un tiempo (sabemos que es algo muy valioso en nuestros días), pero debéis procurar que el día que cojáis cita, dispongáis del tiempo suficiente para llevar a cabo todo esto sin estrés (recuerda que se lo transmitimos a ellos).
- Y por último, no le habléis mal de nosotros a vuestro perro, ¡no somos los malos!
Estas medidas deben mantenerse en el tiempo, no vale que se hagan dos veces al año. Si vuestro perro lleva 5 años teniendo miedo al veterinario no se le va a quitar en 3 días, es cuestión de paciencia. Pide también la colaboración del personal del Centro. Esto es por el bien de todos.
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